Seguimos con el Relato de nuestro amigo Joan Manel Aparicio, su visión de la estancia en el Surfcamp las Dunas, todo lo que paso dentro y fuera del Agua
Episodio 2: Buenas olas, mujeres inquietantes, separación del grupo y Chicago Boys
La surfhouse está en calma. Zamora aún no ha regresado de comer y el grupo sigue buscando el calor interno que le dé la energía para calzarse el neopreno de nuevo.
De repente, Golfo y Nona se despiertan de su letargo y aparecen los Wildings con el estómago a rebosar, la casa se activa y reiniciamos la rutina. Las risas están descontroladas pero una valiente madre insiste en dejar con el grupo de alocados a sus niñas (no recuerdo el nombre de las niñas disculpadme). Las niñas son bastante tímidas incluso están asustadas, hay gente haciendo el cafre mientras todo el mundo se queja de la maravillosa sensación de meterse el neopreno mojado sobre su piel con vestigios de la lipotimia matutina. No hay Sol. Ni está, ni se le espera. Y el grupo duda sobre la clase de la tarde. Se oyen gritos de “no hay dolor”, “venga chavales” y excepto alguna baja que prefiere dedicar la tarde a recuperar fuerzas para lo que les esperará por la noche, el resto volvemos a la zona 0.
Todos vamos con la risita floja, pero no de felicidad si no la de la locura, la de, ¿no hemos pasado suficiente tiempo congelados? No veo a la monja.
La realidad es que esto no es del todo cierto, ya que hay ciertos miembros de la expedición para los que el surf estaba por encima de todo, Eli, Ángel y Diego. Perfiles menos explosivos pero con un fondo humano excepcional que poco a poco lo irían mostrando. Otro tema era Iván, él sí que tenía frío, quizá tanto como yo, pero el surf le puede y en silencio se preparaba para la segunda tanda del día.
Llegamos a la playa y nos encontramos con un panorama radicalmente opuesto al de la mañana, hay olas, hay un montón de olas y eso nos quita gran parte de nuestra pereza. Empezamos a calentar y se produce el big bang, un grupo acepta la responsabilidad que le han asignado, todo poder conlleva una gran responsabilidad, representan a los Unos y se vuelven locos, empiezan a conspirar para arrebatarle el pañuelo al grupo 2 consiguiendo unos resultados brutales. Vaya, lo que viene a ser un palizote. Pero ¿cómo no íbamos a ganar teniendo a Superman en el equipo? Tío, que me ha tocado con él del bañador Naranja!! Ya estoy contento, me gusta sentirme parte de un grupo y ahora toca meterse en el agua.
Seguimos con la rutina previa, y llego a la conclusión de que fué el mejor calentamiento de todos, incluso los del equipo 1 nos echamos unas buenas risas aguantando el equilibrio sobre una tabla encima de una pelota de gimnasio mientras Edu nos pasaba una pelotita, y mientras los UNOS reíamos los DOSES bailaban la mayonesa con Borja.
Qué cambio, qué gusto, hay olas, la gente empieza a levantarse y eso me anima. Lo intento muchas veces y me cuesta, pero no pierdo la ilusión. Hace menos frío, creo que la gran comilona me ha dado energía hasta que el cansancio acumulado empieza a pasar factura. Aun así insisto y cuando cojo LA OLA, me meto un buen piño y veo como la tabla se va muy lejos. No entiendo nada, tengo el invento atado a mi tobillo pero la tabla ha decidido independizarse de mí. Nuestro vínculo se ha roto, ya nada volverá a ser como antes.
A pesar del cansancio me resisto a tirar la toalla, Eli me dice que el Barça está ganando la liga y después de hablarlo con Héctor, me vuelvo a la surfhouse a por otra tabla. Regreso a la playa y me cruzo con Anna que ya no puede más, nos damos un beso y Héctor lo inmortaliza para siempre.
Vuelvo a entrar, veo que la gente tampoco se ha pispado mucho de que llevaba 20 minutos desaparecido lo que me permite constatar que haga lo que haga nadie va a ver mis 10.000 intentos fallidos. Estoy tranquilo, no tengo ya la vergüenza del principiante por lo que me dejo ir. Empiezo a pasármelo bien y la clase termina.
Nos volvemos, nos duchamos y llegamos a otro punto de inflexión del finde, aparece Héctor con el lorito a todo volumen con una canción de Jungle que en ese momento pasa desapercibida pero ya no nos la sacaríamos de nuestra cabeza…
El grupo entra en calor y nos dirigimos al Ramiro, primeras cañas y primeras interacciones entre los distintos grupos. El caldo de cultivo se empieza a generar, que mejor que unas cañas, unas sidrinas (Mer nada de sidriñas) y conversaciones que permiten conocernos un poco más
Al grupo se le ha unido Lucía y su pareja (no recuerdo el nombre, glups) y se habla de muchísimas cosas, desde surf, a viajes, pasando por profesiones y por anécdotas banales que certifican que el grupo ha encajado a la perfección.
Llega la hora de la cena y los grupos se dividen, tenemos a los que regresan a casa para cenar tranquilamente, las madrileñas+toledana que desean vivir una fiesta de prao, Borja que se fue a cenar con alguien, no? y Zamora + Anna y yo que nos vamos a Casa Nemesia (nemesia – nemesis – amnesia…)
Sintiéndolo mucho, aquí habrá GAPs por lo que me centraré en la historia que viví. En el episodio 3 aparecerá lo que vivieron otras expediciones basado en sus explicaciones.
Llegamos a Nemesia y nos sentamos en un salón privado. 8 valientes que iban a bordear la muerte mientras degustaban entre otras cosas CACHOPOs (Anna y yo = 2/2) En ese inhóspito lugar nos atendió una amable mujer a la que llamaremos Faustina.
Faustina, nos atendió de forma impecable durante toda la velada pero su halo misterioso nos inquietó durante toda la noche. Cosas como aparecer sigilosamente, quedarse mirando mientras le hablas y tardando varios segundos en procesar la información, regañarnos por no terminarnos el plato o momentos hilarantes como cuando Rober dudaba de que el café con leche que tenía delante fuera lo que había pedido…
Ay Rober, lo tendríais que haber visto, congeladito que estaba por culpa de unas corrientes de aire que venían del averno de casa Nemesia. Bufanda, Chaqueta y frío. Seguro que deseaba el café con todas sus fuerzas para entrar en calor así que cuando estaba a punto de dar el primer sorbo… apareció Faustina de la nada y le dijo, chico, esto que te han traído no es café. Se hizo el silencio. Rober levantó la cabeza y mirando a los ojos de Faustina le contestó: y ahora ¿qué hago? Se rompe el silencio y empezamos a llorar de la risa. Faustina sigue silenciosa hasta que dice algo así como: esta gente no sabe preparar ni un café, son inútiles. Nos hace gracia y repite la broma varias veces.
Hay como 15 anécdotas más, pero la clave de estos relatos es que pasen ligeros sobre todo a la gente que no los vivió, por lo que algún día rescataré las n anécdotas de este tramo de la noche.
Nos volvemos a Salinas y llegamos a la Luna, Carol y Anna están cansadas, Teresa también pero noto en la mirada la llamada del, por favor, liadme, me haré la dura un microsegundo pero esta noche lo peto. Hace frío y un viento espantoso. Entramos a La Luna y recuperamos a parte del grupo, bueno Héctor y Javi tal y como nos ven desaparecen. En ese momento no entendí el porqué de la huida (a las 4 de la mañana ya lo entendía todo).
Empezamos con las copitas, primeros bailoteos, intercambio de pasos bailongos y copas y más copas. Zamora va fuerte y el representante por Barcelona no quiere dar el brazo a torcer… poco a poco el grupo va reduciéndose hasta que queda el quinteto de la noche, los petaos de toda la vida vaya.
Seguimos con las copas mientras Borja se mantiene entero a base de aguas con gas hasta que cantan un cumpleaños feliz al son de Parchis (segundo cumple del día que viví), terminan el jolgorio y se me ocurre ampliar el grupo con las cumpleañeras y el pastor. Tal y como me acerco, Mr. Chicago (el pastor) sin mirarme a la cara me dice… Oye chaval, ni se te ocurra acercarte a mis cogollitos. Me descojono y se lo explico a Teresa. Teresa ya no se ríe. Teresa arde por dentro y cuando se acerca Mr. Chicago a darle la brasa, Teresa le suelta lindezas del estilo: tío me caes mal, tío vete. En definitiva, lo hunde moralmente y ya no supimos más de él.
Se comenta que estuvo Dani Mateo cerca de la escena pero yo no lo vi. Suena Lenny Kravitz.
Seguimos la fiesta, las copas siguen cayendo sin parar y no hay manera de enchufar mis billetes, estos chicos tenían claro que habían venido a jugar. Borja seguía con agua. Últimas copas, últimos bailoteos y la expedición vuelve a casa. Anteriormente Héctor, Rober y un servidor habían compuesto un himno musical que fue una lástima no retener para la posteridad. Solo lo disfrutó Teresa pero, o no lo recuerda o prefiere no recordarlo.
Aquí hay lagunas sobre las horas, si seguimos el horario Teresa, tardamos 1h y media desde que salimos del bar hasta que nos metimos en la cama (cada uno en la suya). Según el resto, hubo una última copa y nos fuimos sin problemas. Bueno, sin problemas todos menos Rober, Sin cinturón de seguridad decidió que no había mejor manera que atarse al cinturón de su hermano Héctor y al mío.
Llegamos a la surfhouse con ganas de gamberreo pero Teresa nos frena. Luego ella hace ruido y cabrea a Rober. Rober duerme enfadado.
3.30h de la mañana, la casa está en silencio, todos los grupos han llegado, incluso las chicas del Prao. ¿Saldrá mañana el Sol?