Aquí esta de nuevo la serie más seguida de los blogs de Surf en España. Con una historia cercana al desenlace, penúltimo episodio!! ¿Qué pasará en la noche de Salinas en la Surfhouse de las Dunas?

Vive tu propia Historia con tus amigos apúntate ya!!

Episodio 4: La Ola que llevaba su nombre, cañas, primera despedida, Puxa Sporting, Avilés y bailoteos

Una fiesta loca antes de la clase de la tarde se está produciendo, la gente baila, la gente salta, la gente canta y se abraza pero, ¿cómo alcanzamos ese punto? Toca retroceder unos instantes:

Llegamos a la casa después de comer, la mayoría del grupo está en las habitaciones durmiendo pero es tiempo de surf. Edu y Borja tienen una genial idea para levantar a los aprendices y deciden aporrear la habitación de las chicas como si fueran Orcos en la batalla de Helm, más de una estoy segura que imagino que iba a morir pero por suerte eran los tirillas de los monitores.

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Ruido y un poco de jaleo, pero la cosa no arranca, la siesta ha dejado KO a más de uno y de repente se rompe el letargo. Paaa parapapapapaaaaa, parapapapapaaaaa, parapapapapaaaaa, praparapaaaaa(x2).. So you come a long way, But you’ll never have me, Never have things for a normal life, It’s time to busy earnin’, You can’t get enough

Empiezo a saltar, salgo al descansillo de la segunda planta y encuentro a Rober, Teresa y Mer bailando como locos, bajo las escaleras moviendo todos los músculos del cuerpo y la gente que está en el jardín empieza a notar el flow. Chic@s, no hay frío, sale el Sol, estamos bailando, estamos saltando, nos lo estamos pasando realmente bien. Más de uno se pregunta que llevaba el Cachopo del Ramiro, ¿cómo hemos pasado de 0 a 100 en cuestión de segundos? La respuesta es fácil: Rober.

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Dale un altavoz, buena música y con un par de VAMOOOSSS te la lía parda. Héctor sigue pinchando mientras comenta que la canción que suena es su preferida y que el día de su cumpleaños los amigos le hicieron algo al son de esa melodía.

Nos equipamos y volvemos a la playa, vamos con las pilas supercargadas, hace calorcito e incluso se escuchan las típicas bravuconadas de: “esta tarde sin neopreno”. Me hablan de los hijos de la marea. No los conocí pero se ve que son unos tipos valientes que dos semanas antes se habían metido en el agua sin protección. Luego pasa lo que pasa, todos enfermos y sin poder repetir para el segundo puente de mayo.

Calentamos rápidamente y nos metemos en el agua. La entrada me produce un poco de bajón, estaba tan sobreexcitado que el frío me deja con el cuerpo pesado y lento. Poco a poco voy entrando en calor y estoy satisfecho porqué empiezo a saber cuándo tengo que ir a por la ola y cuándo no. Vamos haciendo intentos, algunos exitosos y otros fallidos. Remamos como loc@s y no dejamos pasar ni una. Hasta que la vi.

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Me mira a los ojos y me dice: soy toda tuya, he venido para llevarte al más allá. Sé que es mi oportunidad, no puedo dejarla pasar así que remo todo lo que puedo, me dejo llevar, ella marca el ritmo y me levanto. No sé cuánto duró pero fue el momento más intenso del puente (hay documento gráfico, gracias Héctor). Llego a un estado de éxtasis, grito mientras surfeo, no paro de sonreír. Os veo a todos, algunos lo estáis viendo, otros no. Mara lo vive en primera persona y casi es capaz de sentir mi estado de felicidad máxima, hasta que el sueño termina. Vuelvo con el grupo, hago un high five con Mara. Estoy embriagado, estoy rozando el éxtasis más puro gracias a la Ola que llevaba mi nombre.

Chic@s, creo que me acabo de enamorar, creo que no puedo vivir sin el surf y vosotros lo habéis vivido conmigo.

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Después de esto, lo intento de nuevo pero el cuerpo no me responde así que me dedico a probar el paddle surf sin paddle. Edu me instruye mientras comentamos temas de viajes, me comenta que su próximo destino será Indonesia, me da envidia sana, quizá es el mejor lugar que he pisado después de Salinas. Con el Paddle me lo paso muy bien, pillo un par de olas, la sensación es distinta y juego con Iván a tirarnos de la tabla y a pillar olas los dos con la misma tabla. Fracasamos en el intento pero nos lo pasamos bien, me transmite su amor al mar. ¿Cómo con tanta juventud se puede tener tan claro qué te ilusiona?

El equipo va abandonando la playa, no sin que vivierais mis primeros momentos como animador acuático, aun me dura el efecto de la Ola y empiezo a gritaros, a animaros, a hacer el bobo. Seguimos de buen humor. Veo a Teresa agotada pero sigue insistiendo, viene la Ola y lo consigue.

Duchita y rápidamente hacia el Ramiro que juega el Sporting y algunos tenemos sed. Nótese que Anna y Héctor se quedaron en casa. Dice la leyenda que él se dedicó a hinchar de nuevo los ojos con una siesta histórica mientras Anna aprovecho el Sol leyendo un poco y evadiéndose de tantas emociones intensas.

Empezamos con las cervecitas, claras, tintos de verano, sidrinas y las Coca Cola light de Anna. Decido juntarme con gente con la que había tenido menos trato. Héctor, Javi y Borja, dos asturianos y un gallego con los que hablamos de muchas cosas, que si apuestas deportivas, que si futbol, que si el dopaje en el ciclismo. Hablaras de lo que hablaras siempre tenían respuesta. Cómo me gusta la sensación de sentirme como en mi grupo más íntimo de amigos con gente que no hace ni 48h que he conocido.

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Héctor está nervioso, el Sporting gana pero el Getafe resiste, hasta que sus hermanos béticos arreglan la tarde. Gol del Betis, El Ramiro grita, hay éxtasis desbordado. Nunca había vivido una salvación y es tan intensa o más que una victoria. Sportinguista sufridor por naturaleza. Hay felicidad en el ambiente hasta que ocurre lo que nadie quería.

Zamora marcha.

Momento de intercambio de móviles, de facebooks, de miradas tristes, de ¿porque cuando las cosas son tan bonitas duran tan poco? No me dejes todavía, no me dejes por favor… pero no había marcha atrás. Se levantan, les pesa el alma y se despiden de cada uno de nosotros como si fueran conscientes de que lo que habían vivido los últimos días fuera algo que nos iba a cambiar a todos un poco.

Se hace el silencio, comunico al grupo que llevo muy mal las despedidas y las rupturas y desaparezco durante unos instantes buscando la fuerza que permita que me levante de nuevo. Anna sabe cómo soy en estas cosas, me da espacio, noto que con solo una mirada me va inyectando energía para que vuelva y saca el tema de los viajes. Sabe que es lo que más me gusta y me tiende una trampa para que mi cabeza se olvide de lo que acaba de pasar. Gràcies Annie.

Viajamos a Australia, Tailandia, Bali, Marruecos, a la costa Oeste, vimos medio mundo y compartimos experiencias vitales que nos definen como personas. Lo que está claro es que los taxistas suelen timar y no nos gusta que nos timen. Segundo Gol del Betis y Cova sale indicando que hoy invita a cenar a los Sportinguistas. Puxa Sporting!

Hora de cenar y el grupo decide que le apetece cachopo. Llevan 2 días y 3 noches y aun no lo han probado (Anna, ¿qué hicimos mal?) Así que nos dirigimos a Avilés para que Anna y yo situáramos un 4-0 en el marcador de Cachopos. Pedimos los taxis, y en la espera vemos como un chico se mosquea con sus amigos porque quiere ir a Gijón a quemar contenedores y ellos prefieren acabar de quemar sus petardos.

Las próximas horas, se podrían definir como Ana Showtime, en menos de dos horas nos dejó unas lindezas del tipo: este bus nos lleva a Salinas (estábamos en Salinas) y también nos permitió descubrir a la Elena más inquisitiva. Si no que se lo pregunten al taxista que nos llevó a Avilés. Un poco más y le sacas la contraseña de Tinder.

Llegamos al restaurante y nos encontramos con unos toneles enormes que van a escuchar nuestras conversaciones durante la cena. Antes de entrar charlo un poco con Sole, no recuerdo de que hablamos pero me hace sentir bien. El grupo, a regañadientes, se tiene que separar ya que los toneles solo son para 8 personas. Chicas, claramente a veces el tamaño importa. Momento de bajón que se supera leyendo la carta.

Estamos cansados pero sabemos que nos quedan pocas horas juntas por lo que hacemos un esfuerzo colectivo. Las dos mesas empiezan a degustar sus platos, una de ellas disfrutando de una barra libre de sangría (glups) la otra devorando 1 cachopo por persona. Borja y Ángel son los embajadores de las mesas y van moviéndose para que no se pierda la conexión del grupo.

En el tonel 1 se hablan de muchas cosas, que si libros de seducción (explicado en keynote 1), que si política, que si la consultoría es cansada (ya habéis visto que era todo mentira), mientras Ana dejaba lindezas y Elena no dejaba ni una miga de pan. Mara y Mer reían y bebían. Ana también reía, pero con risa de malvada y la otra Anna reía por no llorar, ya estaba otra vez Joan Manel rozando el ridículo. Debe ser del Sporting, tan sufridora…

Vuelve Borja de la mesa contigua y comentamos expresiones asturianas. Oye, sabéis que significa meca? Me cago en la hostia, y sabéis lo que significa la expresión ho? Silencio en la sala, hasta que me lanzo, Borja, claramente, ho viene de  Hi Ho! Hi Ho! A casa a descansar, sois un pueblo minero!!!! Más risas. (Se ve que viene de home [hombre]) pero no me digáis que mi explicación no es mucho más lógica.

Visto el nivel de la noche parecía que ya habíamos llegado al sumun pero aún faltaban dos hechos destacables, el primero, cuando Anakin se cruzó el mar Angosto para convertirse en la madre de Dragones, a partir de ahora Khaleshi del Khalasar Salinas. El segundo cuando nos trajeron la cuenta. Se ve que la barra libre de sangría no era tal por lo que nos pedían que pagáramos las 4 jarras que nos habíamos bebido. La última se bajó porque era gratis, que si no, ni se hubiera pedido. Borja y Ana se encargaron de la negociación. Se ganó y entraron los remordimientos, por suerte el grupo se convence de que los 15€ por persona son un buen precio para la velada.

En la otra mesa, Diego, Ángel, Rasiel, María, Sole se pelean por los Cachopos mientras Eli se sumerge en platos vegetarianos. No queda nada en el plato.

Próxima parada el antiguo Traveling (no recuerdo el nombre del local pero he descubierto cómo se llamaba antaño). Antes de llegar a la penúltima parada de la noche, deambulamos por Avilés, Borja nos quiere llevar a un garito de moda pero lo único que conseguimos es jugarnos la vida contra un camión de la basura. Así que volvimos al único bar que habíamos visto, no había nadie pero tenía luces y música. Bueno, eso es lo que escuchamos desde fuera porque al entrar nos encontramos con música de mover la cadera que a mi particularmente me hunde. Primeras copas, la de Mara aterrizó en el suelo al segundo de ser entregada por la camarera, y seguimos con las tertulias. Los músculos todavía están agarrotados y la música no acaba de entrar. Ana y Anna hablan de cosas, una le cuenta que trabaja en temas de publicidad y la otra en tema de eventos. Hablan de cadáveres, de Samsung, de fiestas y pistas de patinaje sobre hielo. Se respira en el ambiente que alguno no se ha leído el método.

Los otros siguen bebiendo y empiezan a bailar. Hay nivel en la pista hasta que creo que ha llegado mi momento, mis pasos no están a la altura pero sigo insistiendo. Se monta un limbo y venga a demostrar flexibilidad. Estamos cansados pero resistimos como podemos. Suena de nuevo Jungle, la bailamos y la cantamos, conectamos y recordamos a nustros herman@s de Zamora.

Borja, decide terminar la fiesta con una canción que no pasará a la historia como temazo, de hecho nos hundió y permitió a la camarera echarnos educadamente para que pudiera descansar. Salimos con la satisfacción de haber hecho bien el trabajo pero sin haber escuchado a Rafael y su Gran Noche.

Volvemos a casa en dos tandas, los primeros en llegar se van a la cama excepto Mara y yo que decidimos esperar al resto para meterles un susto, con un vaso de agua en la mano hablamos un poco de cosas imposibles de recordar mientras tramamos la emboscada. Llegan, y el susto fracasa estrepitosamente. Mara me lo había advertido pero yo no la escuché. El segundo grupo se alegra en encontrarnos despiertos, no daban un duro por nosotros.

Nos quedamos en el jardín hablando, esas conversaciones gratuitas pero que hacen “caliu” como diríamos en Catalunya. Diego, Ángel, Mer, Borja, Elena, Mara, y yo seguimos riendo mientras Morfeo nos va a arrastrando a la cama, el goteo de víctimas no cesa hasta que al final la fiesta termina.

Todo el mundo está en la cama, me doy una vuelta por la casa a oscuras. Ella ya sabe que somos parte de su historia y cierro los ojos intentando no despertar de este sueño.

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